De camino a McDonalds Charlotte me estuvo contando qué fue de ella en esta última semana. Se había enterado de que el chico con el que salía desde hacía dos meses, Ryan, le había engañado con Mia Adams, su vecina. Sí, sonaba un poco patético que tu novio te engañe con su vecina.
Se los encontró, digamos, en una situación bastante comprometida, y ella, obviamente, le dejó. Pero no estaba muy dolida, al menos no lo parecía. No es que Charlotte fuera una chica "ligera de cascos", simplemente podía permitirse estar con casi cualquier chico. Que no se hubiera enamorado aún de ninguno no era su culpa. A decir verdad, yo tampoco me había enamorado de nadie. Si que me habían gustado chicos, pero tan solo eso. El amor me parecía algo demasiado abstracto y extraño para mi, a pesar de considerarme yo misma como una persona excéntrica.
Es que no me veía capaz de llegar a sentir algo tan fuerte como eso por alguien; y de hacer o decir todas esas cosas que se supone que se hacen o se dicen cuando estás enamorado. Como mandar mensajes cursis, poner motes empalagosos, pasarte las noches del fin de semana con esa persona viendo películas abrazados en el sofá... Nunca me había llamado la atención nada de eso. O quizás era porque no había encontrado a la persona correcta, como solía decir mi madre.
Ni siquiera sé qué es lo que se supone que tienes que sentir cuando estás enamorado. Quiero decir, ¿simplemente se sabe? y si es así, ¿cómo te das cuenta de ello?
Todos esos interrogantes me traían dolor de cabeza, por eso simplemente le daba de lado a los sentimientos. No creo que sea muy bonito sentir, no lo digo por experiencia propia, pero sí que he vivido con Charlotte muchas de sus rupturas, y la mitad de ellas no fueron buenas. Lo pasó muy mal y yo siempre estuve ahí para consolarla y, sinceramente, no me gustaría acabar así por alguien. Pienso que no merece la pena pasar por ello.
De repente la imagen de Matt me vino a la cabeza.
"Ahí hay un hueco. Creo que puedes aparcar perfectamente" me avisó mi amiga. "Bájate y me indicas, por favor" le pedí. Ella obedeció y desde fuera del coche me hizo señas para que aparcara lo mejor posible. "¿Y qué es de tu vida? ¿Te gusta Exeter?" me dijo cuando me hube bajado del vehículo y nos dirigíamos al interior del establecimiento. "La verdad es que no he tenido mucho tiempo para explorarla, apenas llevo dos días allí" -le contesté- "La única novedad es que tengo un compañero de piso". "¿En serio? Yo creía que los apartamentos eran individuales, vaya...". "Sí, yo también lo creía, hasta que entró Matt por la puerta" me reí de forma nerviosa al decir aquello. Ni siquiera sabía por qué había dicho su nombre así de repente, no tenía por qué. "Así que se llama Matt... y qué, ¿está bueno?" preguntó con cierto tonito. "Sí... No..." -me empecé a sonrojar- "¡No sé!". "Uy... Dime al menos cómo es, vamos, ¡necesito detalles!". "¿Qué van a tomar?" interrumpió la cajera. Sentí un alivio tremendo al dejar la conversación en pausa. Estaba empezando a ponerme nerviosa y no me gustaba nada.
Cuando pedimos y recibimos nuestra comida buscamos una mesa para sentarnos. "Emily, que no te vas a librar de mi: dime cómo es" insistió Charlotte con una sonrisa mientras me robaba una patata. "A ver, no es muy alto, tiene el pelo oscuro y liso, está bastante delgado y..." mi mente voló por un segundo pero mi mejor amiga me sacó de aquel trance inmediatamente "¿Y...?" reiteró. "Y tiene unos ojos preciosos...". "Em, conozco esa mirada, esa cara" dijo ella observándome muy seria y fijamente. "¿Qué cara?" no tenía ni idea de qué hablaba. "Tu cara. Es cara de me gusta Mark" dijo convencida. "Es Matt" le corregí. "Eso, Matt. Que te gusta". "No" contesté rotunda. "Que no me lo niegues, llevo toda una vida contigo y sé perfectamente cuando te gusta alguien". "Charlotte, no es eso...". "¿Qué quieres decir?" preguntó ella llena de curiosidad. "No sé. No lo sé ni yo... Pero si me gustara sabes que te lo habría dicho. Siempre te cuento cuando me gusta alguien". "¿Que no lo sabes ni tú? Pero, eso quiere decir que sientes algo aunque no sepas el qué, ¿no?" esta Charlotte, siempre tan acusadora. No contesté porque no sabía qué decir.
Le di un sorbo largo a mi Coca-Cola. Ahora me había hecho pensar. Estaba tan sumamente confusa conmigo misma que me daban ganas de estrangularme. Charlotte sabía que estaba cavilando algo en mi cabeza, así que no me presionó para seguir hablando. Eso es lo bueno de tener una amiga como ella, que siempre sabe cuándo debe y no debe hablar. Finalmente decidí analizar las cosas paso por paso mientras me comía mi hamburguesa con queso.
¿Me atraía Matt? Estaba claro que sí, de eso estaba casi segura. No era un tío musculoso, es más, estaba bastante escuchimizado, pero a mi nunca me gustaron los típicos "tíos buenos"; tampoco es que su cara irradiara belleza (exceptuando sus ojos), pero tenía 'algo'. Algo que no sabía qué era. Algo que hacía que no pudiera apartar la vista de él. Algo que me gustaba. Me gustaba.
No, era más que eso. Lo sabía porque lo que me pasaba con él nunca me había ocurrido con ningún otro chico. Pero lo más me atormentaba es cómo podía pensar así de alguien al que apenas conocía. No lo entendía, era incomprensible para mi y el no poder descifrar aquella incógnita era lo que originaba que le odiase en cierto modo.
Que no supiera cómo influía en mi de esa manera, cómo hacía sentirme débil e intimidada en su presencia, pero que a la vez no quisiera alejarme de él... ¡Detestaba todo eso! ¡Y me encantaba a la vez! Era una especie de masoquismo. Quizás esto es lo que se debe de sentir...
"Charlotte, creo que me estoy enamorando de Matt" solté decidida de repente.
"Charlotte, creo que me estoy enamorando de Matt" solté decidida de repente.