jueves, 23 de mayo de 2013

Supermassive Black Hole - Capítulo 9.


El camino hacía la sala donde daban el concierto me parecieron los veinte minutos más largos e incómodos de toda mi vida. Ninguno dijimos palabra, nos limitamos a mirar al frente. 
Cuando llegamos y entramos Dominic estaba esperando en el escenario junto con otro muchacho más alto y con el pelo más largo que ellos dos, un poco rellenito también, pero muy guapo. Por lo visto 
tocaban los primeros.

El local estaba lleno de gente con pintas varias; había desde punks, góticos, rockeros... hasta algunos que parecían niños de papá. También había una barra con un par de camareros que servían de todo; un billar en el otro extremo y el escenario al fondo. 
Me acerqué con Matt hasta donde estaban los otros dos componentes de Muse. "Hola Emily" me saludó muy contento Dominic. Parece que había olvidado lo de nuestro primer encuentro y, la verdad, me alegraba bastante porque no solía ser como fui entonces y quería llevarme bien con él pues parecía muy buen chico. "Hola Dominic" le respondí con una grata sonrisa. "Llámame Dom, por favor" yo asentí. "Este es Chris, nuestro bajista" me lo presentó Matt. "Hola, yo soy Emily, la compañera de piso de Matt" le dije dándole un apretón de manos. "Buenas" respondió risueño. 
"Venga vamos, empezamos casi que ya" le dijo Chris a Matt haciéndole una seña para subir al escenario. Yo me quedé abajo, obviamente, pero en primera fila a la izquierda, apoyada en la pared. 
Dom se sentó en el taburete detrás de su batería y Chris fue para la derecha a colocarse su bajo. Matt se colgó su guitarra, la misma que tenía en el apartamento el otro día, y se colocó delante del pie del micrófono que justo estaba en frente mía. Y empezaron la actuación. Todos los que estaban en la sala a excepción de mi empezaron a dar botes de un lado a otro al ritmo de la música. El primer riff de guitarra que dio Matt me dejó atónita. Nunca lo había visto tocar antes y era increíble, lo hacía genial; me quedaba embobada viendo cómo deslizaba con esa facilidad pasmosa sus dedos por las cuerdas del aquel instrumento. Chris también tocaba muy bien y se pasaba todo el rato haciendo headbanging (me pregunto si le dolería el cuello después...); y Dom le daba a la batería con una fuerza tremenda. El conjunto de los tres era asombroso, se veía una banda muy unida, no sabía bien por cuánto tiempo tenían grupo, pero lo hacían como si llevaran toda una vida juntos.
Entonces Matt tomó el micrófono y comenzó a cantar. Ni me había imaginado que el también cantaba y cuando lo oí... Dios mío, tenía la voz más preciosa que jamás había escuchado, y el sentimiento que le ponía al cantar me fascinaba. 
Llegó un solo de guitarra en el que se lució y yo me quedé maravillada al ver el espectáculo que daba haciendo unos movimientos mientras tocaba y tirándose al suelo con la guitarra. 
Terminó la primera canción y Matt volvió a tomar el micrófono mientras la gente aplaudía como loca: "¡Buenas noches, Devon! -dijo tomando aire- "¡¡A la batería tenemos a Dominic Howard!!" -la gente aplaudía como loca mientras Dom tocó los platillos- "¡¡Nuestro bajista es Chris Wolstenholme!!" Chris le dio a sus cuerdas y la gente volvió a aclamarles. Dom agarró el micro antes de que Matt dijera algo más: "¡¡Y este loco hijo de puta es Matthew Bellamy!!" terminó riendo mientras los otros dos integrantes, junto con el público, les seguían. "¡¡Y nosotros somos Muse!!" gritó de nuevo Matt alargando la pronunciación de esa última palabra. Todos vitoreábamos emocionados. 

Continuaron con el repertorio de canciones, a cada cual mejor que la anterior, conforme la sala se iba llenando de muchedumbre. 
En una de esas Chris soltó su bajo y tomó una guitarra acústica, y Matt soltó su eléctrica y se sentó al borde del escenario con el micrófono. Chris empezó a tocar un ritmo muy lento. "You could be my unintended... Choice to live my life extended... You could be the one I'll always love..." cantó Matt mirándome a los ojos. Su voz esta vez sonaba dulce, encantadora, ingenua... 
En ese momento se me encogió el corazón y me di cuenta: tenía que terminar lo que ni siquiera había empezado, no solo por mi, sino por Matt. No quería  llegar a hacerle daño, por eso no podía dejar que nada pasara entre nosotros. Estaba decidido. 
La preciosa canción terminó, los chicos volvieron a colgarse sus anteriores instrumentos y siguieron con el concierto hasta que se despidieron saludando al público y rociándolos con el agua de sus botellas; yo en ese momento me aparté.
La verdad es que me encantó totalmente la actuación. Eran realmente buenos y, si se lo montaban bien, quizás llegaran a ser conocidos en todo Reino Unido
Se bajaron del escenario y el otro grupo les tomó el relevo. Ni siquiera me fijé en ellos ni en qué tocaron, porque no me interesaba. Los miembros de Muse se aproximaron a donde yo me encontraba. "Bueno, ¿qué te ha parecido?" me preguntó Matt aún sembrado de euforia. Su tono sonaba como siempre, no sé si era por el recién acabado concierto, o porque había optado por dejar de lado lo que hace unas horas estuvo apunto de pasar en el sofá de nuestro piso. "¡Oh dios mío, sois increíbles!" les contesté totalmente sincera y emocionada mirando a cada uno por separado y dándoles la enhorabuena mentalmente ya que en mi gesto se notaba la admiración. "Muchas gracias" me dijo Dom, pero los tres me dedicaron una amplia sonrisa. "Vamos a por unas birras, ¿no?" sugirió Chris. "Sí, por favor, necesito algo de alcohol en mi sangre" aprobó la petición Matt a la vez que Dom afirmaba con la cabeza riendo y nos dirigimos a la barra.
Nos sentamos en las banquetas cada uno con nuestra cerveza. Ellos empezaron a hablar sobre cómo habían sonado, algunas cosas técnicas de los instrumentos y demás. Yo los escuchaba atentamente aunque no podía seguir la conversación. 

Cuando Matt se acabó su segunda cerveza se levantó y dijo "Chicos, creo que me voy ya, que estoy muerto". "Y yo me piro contigo" añadió Chris. "Oh, venga, yo quiero pararme un ratito más" le supliqué a mi compañero poniendo carita de cachorrito. "Quédate tú, pero yo me voy" -me contestó- "La cuidarás, ¿no, Dom?" le dijo a este. "Claro, tío"  después de decir esto se despidieron con la mano y bajista y guitarrista salieron por la puerta. "¿Quieres otra cerveza? Invito yo" me ofreció sonriente. "Pues sí, gracias" acepté su petición devolviéndole el gesto. Pidió dos cervezas al camarero, una para mi y otra para él, y propuso un brindis: "Por..." me dejó que acabara la frase "Por la música" terminé de decir yo; e hicimos "chin-chin".

Pasó el tiempo, para variar en mi vida, volando, entre charlas banales y risas con Dominic Howard. Cuando hice el recuento de las cervezas que llevaba conté tres, y estaba empezando a beberme la cuarta. Ya notaba los efectos del alcohol que hacían sentirme más ligera y cariñosa en cierto modo. 
"Dios mío, Dom, ¿qué hora será ya?" me costó un poco pronunciar del todo correcto aquello. "Ni lo sé, ni me importa" me respondió, apreciándose que la bebida le afectaba también a él. "Uf, yo creo que deberíamos irnos ya" propuse sutilmente. "Bueno, termínate esa cerveza y nos vamos" accedió él. "Okay" le respondí dándole un trago largo al botellín.
"¡Listo!" dije apoyando fuerte la botella ya vacía en la barra. "Pues vamos" me animó él levantándose del asiento. Yo, cuando puse un pie en el suelo, sentí cómo mi cabeza me daba vueltas. Estuve a punto de caerme, pero Dom me agarró del brazo. "Si que te sube a ti pronto el alcohol" me dijo. "Es que no suelo beber muy a menudo" expliqué. "Creo que voy a acompañarte a casa porque no me fío de que llegues viva, y si te pasa algo Matt me mataría", "Yo tampoco creo que llegase sana y salva, la verdad" le respondí riendo.
Salimos de aquel lugar y nos encaminamos a mi apartamento. El batería tuvo que sostenerme varias veces porque estuve a punto de acabar en el suelo. Madre mía, creo que nunca había estado tan borracha, pero él no se quedaba atrás. Decíamos tonterías y teníamos que pararnos sentados en el suelo a reírnos porque no podíamos continuar andando a la vez, era todo demasiado absurdo y divertido. Creo que debería irme de cervezas con Dominic Howard con más frecuencia, en una noche había tomado muchísima confianza con él. Efectivamente acerté en lo de que era un buen chico, era muy gracioso, pero también maduro, aunque no tuve la oportunidad de hablar muy seriamente con él.

Llegamos a mi edificio. Solté un largo bostezó, "Ay, qué cansada estoy..." entonces Dom, con un movimiento, me tomó en brazos. "¿Pero qué haces, idiota? ¡Bájame!" le ordené riendo. "La señorita está cansada, no se queje" bromeó y subió rápidamente las escaleras conmigo en brazos. Me bajó cuando estuvimos frente a la puerta del piso.
Busqué las llaves en mi bolsillo y me costó varios intentos meterla por la cerradura. Cada vez que fallaba Dominic se mofaba de mi. "¿Puedo pasar? Es que necesito ir al baño" me pidió cuando hube abierto la puerta por fin. "Sí, claro" le dije abriéndole paso. Me quedé esperándole en la entrada hasta que salió.
"Mucho mejor" dijo riendo; yo le seguí. El se acercó a la puerta y se quedó apoyado en ella. "Bueno..." articulé. "Bueno..." repitió él. Nos quedamos observándonos en la penumbra, ya que apenas encendí la luz, acompañados del silencio de la noche. Yo aún seguía muy mareada y borracha y él, por sus ojos, también lo estaba igual. Me fijé en sus ojos; la verdad es que eran muy bonitos, pero nada comparados con los de Matt. Matt...
Avancé un paso quedando prácticamente pegada a Dom, quien me miraba con cara de curiosidad y una sonrisita. Me puse un poco de puntillas y dirigí mi mano a su cuello mientras acerqué mi boca a la de él pegando mis labios a los suyos. Cerré los ojos. Le besé. 

jueves, 16 de mayo de 2013

Supermassive Black Hole - Capítulo 8.


Mi memoria me había jugado una mala pasada y me había olvidado que le dije a Matt que cenaría con él esta noche. Para recordar cientos de letras de canciones si que sirves, eh. 
Me repetí a mi misma hasta la saciedad que no debía preocuparme por ello, solo era una simple cena entre compañeros de piso, no tenía por qué significar nada. 
Cuando conseguí relajarme abrí el libro y empecé a leerlo por infinita vez. 

No miré el reloj hasta que mi estómago empezó a manifestarse y a reclamar su derecho a ser alimentado. ¡Ya eran las cuatro de la tarde! Se me había pasado el tiempo volando y ni me había dado cuenta... Siempre me ocurría igual cuando me ponía a leer y me metía enteramente en el libro y en su historia, me envolvía la trama de tal manera que me olvidaba de todo lo que me rodeaba. Esa era una de las razones por las que me gustaba tanto leer, porque me transportaba a otro mundo completamente diferente donde podía ser otra persona, vivir otra vida... Todo eso me encantaba. 
Cogí lo primero que tenía a mano en ese momento para usar de marcador en el libro: una etiqueta de la última camiseta de Nirvana que me compré; lo dejé sobre mi escritorio y me fui para la cocina. A ver qué me preparaba para almorzar yo a estas horas... 
Abrí la nevera para ver qué tenía: un poco de embutido, un bote de pepinillos en vinagre (me encantaban), mantequilla, huevos, queso, yogures... Mi madre con tan poca cosa hubiera preparado algún plato genial, pero yo me limité a hacerme un bocadillo de queso, por pereza más que nada. Me lo comí allí mismo, apoyada en la encimera, acompañado de un zumo. 
Cuando terminé entré en el salón y caí de espaldas en el sofá soltando un largo resoplido. No me gustaba demasiado estar sola, bueno, no siempre. La cosa es que prefería ir a mi bola normalmente, sin nadie que me molestase, pero no me importaba estar rodeada de gente. Ciertamente me sentía bastante sola a veces y en general, porque, aunque siempre he tenido muchos amigos, nunca me he sentido comprendida como quisiera. Todo se debe, a mi parecer, a que tengo una mentalidad muy difícil de entender; una forma de ver las cosas y una percepción de la realidad totalmente diferente a la del resto de las personas que conozco. Supongo que por eso me atraía tanto la lectura también, porque en ese puñado de hojas encontraba comprensión de algún modo. Y la música, aún no te lo he dicho, pero me encanta la música (a pesar de que no toque ningún instrumento). Lo que me transmiten unos cuantos acordes de guitarra acompañados de una buena línea de bajo y una batería brutal no me lo transmite nada; además de las letras, por supuesto.

Miré para la televisión con la intención de encenderla, pero no lo hice. Odiaba ver la tele y odiaba los programas que daban, me parecían absurdos y carentes de interés. 
Cerré los ojos e intenté relajar mi respiración, concentrarme en el ambiente que me rodeaba, pensar... Todo estaba tan silencioso que me frustraba. Trataba de simular en mi mente el entorno. Me imaginaba la televisión a la izquierda, detrás de la mesita de café de cristal y madera oscura; en frente la pequeña estantería medio vacía, y al otro lado una lampara de pie. 
Abrí los ojos, fui a mi habitación a por El guardián entre el centeno y regresé al salón para volver a tumbarme en el sofá. Ya llevaba leído más de la mitad del libro, así que decidí terminarlo. Me lo sabía de memoria, pero me daba igual.

"¿Emily?" cuando oí la voz de Matt abrí los ojos y me incorporé del sofá tirando el libro al suelo. Me había quedado dormida, ¿cómo era posible que no me cansara de dormir? "¿Eh?" balbuceé desconcertada. Miré  para todos lados y vi a Matt de pie frente a mi, con dos cajas de pizza en las manos. "¿Estabas durmiendo?" me preguntó riendo. "¿Qué hora es? ¿Y qué haces con esas pizzas?" no le contesté a su pregunta porque la respuesta era evidente. "Son las ocho y media y estas pizzas son porque te dije que la cena sería informal". Dios mío, la facilidad que yo tenía para hacer que se me pasara el día en un abrir y cerrar de ojos era increíble. "Oh, deja que me ponga algo decente" dije mientras recogía el libro del suelo y me iba a mi habitación a ponerme algo mejor que el chándal que vestía en aquel momento. "De acuerdo... Aunque no hace falta" dejó las pizzas sobre la mesita y se sentó en el sofá.
Ya iba a vestirme para el concierto por lo que cuando abrí el armario mire directamente a la pila de "camisetas para conciertos" y escogí la de Pink Floyd, unos vaqueros y mis Converse rojas medio rotas. Me cepillé un poco el pelo y volví con Matt. 
"Bonita camiseta, si señor" fue lo primero que dijo cuando me vio. "Muchas gracias" le contesté sonriendo y me senté junto a él. Este abrió las cajas de pizza, "No sabía cómo te gustaban así que he pedido una de carbonara y otra de jamón y queso, que se supone que son las que le suelen gustar a todo el mundo". "Oh, está perfecto, me gustan la dos" y tomé un trozo de la de jamón y queso. Matt fue a por un par de Coca-Colas y me ofreció una. "¿Me dejas que te interrogue?" preguntó ilusionado. "Por qué no" yo también estaba de buen humor, así que le seguí el juego. "Es para conocernos mejor. Quiero saber cosas sobre ti". "De acuerdo. Empieza" le animé con ganas. "Está bien. ¿Cuál es tu color favorito?" cogió una porción de pizza. "El rojo" -contesté- "¿Puedo preguntarte yo a ti también?". "Por supuesto" -respondió- "El mío también es el rojo, por cierto". "¿Tocas algún instrumento a parte de la guitarra eléctrica?" curioseé. "Sí, el piano" -fue su respuesta- "¿Comida preferida?" continuó él. "La pasta. Cualquier tipo de pasta, me gustan todas" alegué. "Yo igual" cada vez su sonrisa se iba haciendo mayor. Me gustaba eso. "¿Canción favorita?" siguió. "Uf, difícil... Probablemente I Might Be Wrong de Radiohead, aunque creo que no podría elegir" le contesté. "Yo de hecho no tengo canción favorita por eso, porque no puedo escoger solo una" justificó él. "¿Libro favorito?" le pregunté esta vez yo. "El que estabas leyendo esta tarde". "¿En serio?" estaba asombrada. "En serio" verificó. Creo que era demasiada coincidencia que tuviéramos tantas cosas en común. "También es mi libro preferido" añadí yo. "¿Ves? Al final estaremos hechos el uno para el otro" me dijo riendo. No sabía si lo estaba diciendo en serio o era solo una broma, pero me lo tomé como esto último y le seguí las risas. 

Nos terminamos las pizzas intercalando más cuestiones de ese tipo. Cuando me dispuse a recoger las cajas vacías sus intenciones fueron las mismas que las mías y nuestras manos se chocaron produciendo una pequeña descarga eléctrica que ambos notamos. "Lo-lo siento" tartamudeé nerviosa retirando rápido mi mano. "No pasa nada" dijo él. "Espera" -me advirtió. Le miré.- "No te muevas" yo me quedé quieta. El deslizó su largo y fino dedo por mi mejilla sin dejar de mirarme fijamente a los ojos. "Tenías una pestaña" explicó. "Ah..." no pude responder más que eso porque ya me hallaba nadando en sus azules iris. Recogió un mechón de pelo y me lo colocó detrás de la oreja, todo sin apartar nuestras miradas ni un segundo. Vi cómo se acercaba lentamente a mi y yo quería morirme en aquellos instantes. Entonces sonó un móvil, el suyo. Se apartó resignado y fue a su habitación, de donde provenía el sonido del tono de llamada. 
Yo me había quedado sin sangre en las venas, mi corazón paró de bombear. Me tomé un momento para asimilar lo que había estado apunto de pasar. ¿Habría dejado que pasara? No sé si quería o no que hubiera ocurrido, la verdad. 
"Dom, joder, que se me ha pasado la hora..." iba diciendo al teléfono cuando llegó al salón para recoger las cajas de las pizzas y tirarlas a la basura. "Sí, ya voy. Adiós" y colgó. Me dirigió una mirada como de disculpa, aunque no sabía bien por qué estaba pidiéndome perdón. "Tenemos que irnos, Emily" me informó. "Oh, está bien" cogí mi móvil y salimos por la puerta sin decirnos nada. 

viernes, 10 de mayo de 2013

Supermassive Black Hole - Capítulo 7.


Matt se fue despegando de mi poco a poco. ¿Por qué no podía ser eterno aquel momento? Nos quedamos mirándonos el uno al otro, sin decir nada, simplemente observándonos, y yo me perdí en el azul de sus ojos. Emily, para. "Creo va siendo hora de que me vaya a dormir" dije, no muy convencida. "¿No vas a cenar?" este hombre era peor que mi madre. "No tengo mucha hambre..." contesté yo. "No te muevas" me ordenó.
Yo, confusa, me quedé sentada en la cama viendo como el se marchaba y a los cinco minutos volvía con un sandwich de pavo y un zumo de mango. "¿Pero qué...?" balbuceé al ver aquello. "Toma" me ofreció el plato con la comida. "¿Por qué lo has hecho? No hacía falta..." -aunque la verdad es que tenía muy buena pinta- "Por cierto, muchas gracias". "No hay de qué" y se sentó de nuevo a mi lado viendo como devoraba el emparedado que había preparado. Cuando me lo hube terminado, junto con el zumo, le volví a dar las gracias. 
La intensidad de las acciones nobles que Matt hacía mi se aceleraba a un ritmo de vértigo. El universo definitivamente no estaba a favor de que dejara de sentir algo por este chico. 
"Ahora ya puedes dormir" declaró con una sonrisa triunfante. "Creí que nunca me ibas a dejar" dije con un poco de ironía. "Pero qué tonta" replicó sacudiéndome el pelo. Odiaba que me hicieran eso. "No me llames así" mi tono ahora era serio. "Oh, no sabía que te molestaba. Perdona" se disculpó sincero. "No importa, es solo que no me gusta" aclaré. "De acuerdo. Pues, buenas noches, Emily" una sonrisa volvió a aparecer en su cara. "Puedes llamarme 'Em', si quieres" ¿Qué? ¿Por qué le había dicho eso? 'Em' solo me llamaba la gente con la que tenía verdadera confianza. "Buenas noches, Em" reiteró; acercó mi cabeza para darme un beso en la frente y se levantó. Un beso en la frente. Como a los niños pequeños... ¿Me verá como a una niña pequeña?
Cuando Matt estaba a punto de salir por la puerta le dije finalmente "Buenas noches, Matt". Este se giró dedicándome una sonrisa que dejaba ver su gracioso dientecito y cerró la puerta. 
Me puse el pijama y caí de espaldas a la cama soltando un largo suspiro. Me metí entre las sábanas y cerré los ojos por fin.


Cuando me desperté aún era muy temprano. Odiaba levantarme temprano cuando podía pasarme la mañana durmiendo sin hacer nada. Sí, sé que tengo una mentalidad muy poco productiva, ¿pero qué hay mejor que estar en la cama?
Me negué a salir de allí al principio, pero luego de estar un tiempo dando vueltas sin poder volver a recuperar el sueño desistí y me marché al baño a darme una ducha.
Tras vestirme con algo para andar por casa, unos pantalones de chándal y una sudadera enorme (viva la sensualidad), me dispuse a prepararme el desayuno. Entonces tuve una idea: iba a devolverle el favor de ayer a Matt.
Abrí despacito la puerta de su habitación y miré por el hueco de la puerta. Todavía estaba durmiendo. Se le veía tan indefenso y adorable acurrucado en la cama, con sus dulces ojitos cerrados... Perfecto. Me fui para la cocina, abrí la nevera y cogí huevos, azúcar, leche y harina.

Después de un rato trabajando duramente conseguí lo que quería: una cantidad considerable de tortitas que, la verdad, tenían muy buena pinta. Quizás mis habilidades culinarias estuvieran mejorando; o tal vez era porque sabía que serían para Matt.
Rocié las tortitas con caramelo líquido, hice un par de tazas de café, me bebí la mía, y coloqué el plato de tortitas con la otra taza en una bandeja.
Llamé a la puerta del cuarto de Matt. No obtuve respuesta, por lo que decidí entrar. Estaba oscuro; apenas entraban unos rallitos de sol por la persiana y Matt seguía profundamente dormido. Dejé la bandeja en la mesita de noche, me senté al borde de su cama y me acerqué a él.
La piel de su cara parecía tan suave que daban ganas de acariciarle; sus pestañas, sus pómulos, su nariz, su barbilla... Era indescriptiblemente bello. Respiraba relajadamente y tenía los labios entreabiertos. Se me pasó una cosa por la mente. Fui aproximándome lentamente a su cara, hasta estar tan cerca que podía sentir su aliento en mi boca. Se me cortó la respiración por un instante. Entonces abrió los ojos de repente.
Me quedé petrificada, al igual que él. Me retiré rápidamente y volví a mi posición original. "Bu-buenos días" farfullé. Mi compañero se desperezó y bostezó un par de veces antes de decirme "Buenos días, Emily" acompañado de una preciosa sonrisa. "Te he preparado el desayuno, para compensarte lo de ayer..." dije mirando al suelo nerviosa y señalando la bandeja que había dejado al lado de la cama antes de que a él se le pasara por la cabeza preguntarme qué hacía hace cinco segundos con mi boca a dos centímetros de la suya. El giró la cabeza para ver a lo que me refería y se quedó asombrado cuando descubrió aquel plato lleno de tortitas. "Dios mío, Emily, así quien tendría que compensarte sería yo, pero por haber hecho tu esto". "No, lo he hecho porque me ha apetecido" -aclaré- "Y ahora come, por favor, o se enfriarán" y le ofrecí la taza de café. El se incorporó quedando sentado en la cama, pero aún metido entre las sábanas y yo le puse la bandeja en su regazo. "Ah, ¿pero no vas a darme de comer tú?" bromeó. Siguiéndole la gracia, corté un trozo de tortita con el tenedor y se lo acerqué a la boca, este la abrió y cuando estaba a punto de darle un bocado, se lo retiré y me lo comí yo mientras me reía. El me siguió. "Qué graciosilla te has levantado hoy, ¿no?", le dio un sorbo al café y tomó un trozó de tortita. Cerró los ojos poniendo clara de placer. "¡Mmmm... madre mía, están riquísimas!" exclamó. "Anda ya, si soy una pésima cocinera" le negué humildemente. "Pues hoy te ha venido la inspiración o algo porque esto está realmente bueno" cogió otro trozo y se lo metió en la boca. "Muchas gracias" respondí, y, para variar, toda la sangre de mi cuerpo volvió a concentrarse en las mejillas.

Matt se zampó todo aquello en un abrir y cerrar de ojos y yo me limitaba a mirar cómo lo hacía. Cuando terminó se ofreció a lavar los platos. Yo acepté porque lo veía justo, aparte, la tarea de la casa que más odiaba hacer era lavar los platos. Salió de la cama y se llevó las cosas para la cocina. Hasta con ese aspecto de recién levantado estaba genial, con el pelo despeinado, ojeras y voz ronca. No me importaría nada ver eso todas las mañanas.
Ambos salimos de la habitación, pero yo me fui directamente a la mía, sin decir nada. Ya había hecho la buena acción del día y con eso era suficiente; no podía permitirme relacionarme y ser demasiado amable con él porque sabía que así las cosas por mi mente no mejorarían para nada.

Sábado por la mañana, ¿qué podía hacer? Uno de mis problemas (si es que se le puede llamar así) era que, como no se me daba bien nada, ni dibujaba bien, ni tocaba ningún instrumento, ni era buena en algún deporte... no tenía hobbies y me aburría exageradamente durante estos días en los qué no sabes cómo matar el tiempo.
Después de cavilar un rato opté por mirar en una caja de libros que había traído con mis cosas. Si había una cosa que me gustara hacer de verdad, esa era leer. Crimen y castigo, La metamorfosis, 1984... Y El guardián entre el centeno. Escogí ese último. Me lo mandaron leer hace un par de años en clase de literatura y, antes de acabarlo, ya sabía que iba a convertirse en mi libro favorito, y así fue.

Es que Holden era tan... yo. Ambos tenemos miedo a crecer, dejar atrás ese mundo de la infancia sin preocupaciones y adentrarnos en el mundo adulto, donde tenemos que tomar nuestras propias decisiones.
Sí, yo tenía 19 años, pero mi mentalidad se quedó estancada en los 16, creo yo; y, la verdad, no me importaba. Prefería ser así antes que una persona aburrida, seria y madura. Ya maduraría cuando tuviese que madurar, de eso se encargaría la vida por si sola.
Absorta estaba yo filosofando sobre estos temas cuando Matt entró a mi habitación sin ni siquiera llamar, pero no me molestó esta vez. "Venía a decirte que me voy a ensayar para lo de esta noche y que volveré para la hora de cenar. Hasta luego" dijo muy risueño. Y tan pronto como entró, se fue; no me dio tiempo ni a despedirme. Supongo que llegaría tarde, tendría prisa, o algo.
"Volveré para la hora de cenar" Cenar... cenar... cena... ¡mierda, la cena! ¡Era esta noche!

jueves, 2 de mayo de 2013

Supermassive Black Hole - Capítulo 6.

Al oír eso (supongo) Charlotte se atragantó con la comida y empezó a toser. Le ofrecí mi Coca-Cola para que bebiera. Cuando se le hubo pasado, dijo con cara de haber visto un fantasma "¡¿Qué acabas de decir?!". "Lo has oído perfectamente. No voy a volver a repetirlo..." no estaba muy orgullosa de haber dicho eso, la verdad. "¿Estás segura, Em? Lo conoces de hace un día". "No es que esté segura, pero es que..." no encontraba las palabras adecuadas. "¿Qué...?" persistía en su intento de sacarme algo de mi cabecita. "Joder, que no puedo dejar de pensar en él" -dije al fin- "Pero es que le odio" continué. Charlotte me miró con cara extraña, "Me estás liando...". "Lo siento, es que no puedo explicarlo" me disculpé y cerré el puño con fuerza debido a la frustración. "Inténtalo, yo puedo ayudarte, Emily" -me cogió de la mano y me sonrió- "¿Qué sientes cuando estás con él?". "Me gusta estar con él, pero me hace parecer que estoy totalmente bajo su control, que me puede manejar cómo quiera... Sin embargo, no quiero irme de su lado" intenté aclararle. "Es raro" fue lo único que respondió ella. "Lo sé..." dije en voz muy baja. "Pues supongo que te estás enamorando de él, por sorprendente que parezca" concluyó finalmente.
Lo malo de la situación era que, esta vez, Charlotte no podía ayudarme, porque nunca ella nunca había estado enamorada, así que no sabía cómo era aquello; lo que hacía que me sintiera desprotegida. Tendría que enfrentarme sola a esto.

Estábamos depositando las bandejas en el contenedor cuando me preguntó "¿Y qué vas a hacer?". "¿Eh?" no tenía ni idea de a qué se refería. "Que si vas a seguir adelante con ello a ver qué pasa" esa frase me asustó. 
Hace apenas una hora no "sabía" que estaba enamorándome de Matt y ni siquiera me había preocupado de plantearme qué hacer, claro. Si continuaba con esto únicamente habría dos finales: o feliz o triste. Y, llámame cobarde, pero no estaba dispuesta a correr el riesgo de acabar mal. "No, ni loca" dije muy tajante."Pareces muy segura" replicó ella. Y ahí acabó la conversación.
Charlotte no volvió a sacar el tema. Se daría cuenta de que no me gustaba hablar de ello demasiado, así que de camino a su casa la charla trató de nuevo sobre Ryan. 
"Llámame si hay alguna novedad" me dijo sonriente apoyada en la ventanilla del coche desde fuera. "Sabes que lo haré" le respondí, y me asomé un poco para darle un abrazo. Nos despedimos con la mano. Cambié esa estúpida emisora de radio Pop, que sonó en el camino de ida, por In Utero. Mucho mejor. Y conduje hasta la residencia de la universidad. 

Eran las cinco de la tarde, ¿estaría Matt en el piso? No tenía intención de comprobarlo. Si no quería que mis sentimientos por él llegaran a más, lo mejor sería verlo cuanto menos tiempo posible. 
Aparqué donde pude, me bajé del coche y miré al cielo: hacía un tiempo estupendo para pasarlo al aire libre. Entonces decidí coger mis cascos y mi iPod y sentarme en el césped del campus, a la sombra de un roble.
A esas horas no había mucha gente por allí, apenas algunos estudiantes de primer año, que éramos los que empezábamos las clases la semana siguiente. El resto se habrían ido a sus pueblos a ver a sus familias, o tendría cosas mejores que hacer que pasar el rato tumbados en la hierba, como yo. 
Radiohead me tele-transportó a otro mundo. Cuando abrí los ojos me di cuenta de que el sol estaba prácticamente desapareciendo en el horizonte. Mierda, me he quedado dormida. Bueno, en verdad eso no era tan malo, así se me había pasado la tarde sin darme cuenta y ya era casi la hora de cenar. 
Me levanté del césped y me fui para el apartamento sin más remedio. 

Cuando abrí la puerta me encontré sentado en el sofá a un muchacho que no había visto nunca. Tenía el pelo muy rubio y corto, era un poco regordete, pero lo justo para parecer mono, y unos ojos azul-grisáceos adornaban su cara.

"¿Hola?" fue lo primero que dije, extrañada al ver a aquel desconocido en mi casa. "Hola" -me saludó dejando ver una sonrisa perfecta- "Tu eres Emily, ¿no?". ¿Quién era esa persona? ¿Por qué estaba en mi casa? ¿Y por qué sabía mi nombre? "Sí, ¿y tu eres...?". "Soy Dominic, un amigo de Matt" -ese gesto de felicidad no se borraba de su rostro- "Está en la ducha. Por cierto, me ha hablado mucho de ti". ¿Que le había hablado mucho de mi? Pero si casi no me conocía, ¿qué iba a contarle? "Me ha dicho que vendrás a vernos mañana a la batalla de bandas". O sea que este Dominic tocaba en Muse. "Ah, ¿tu también tocas en su grupo?" estúpida pregunta la que hice. "Sí, soy el batería". "Veo que ya os conocéis" dijo Matt cuando apareció. Solo llevaba unos pantalones vaqueros puestos. Me quedé estupefacta mirando su torso desnudo y su pelo, aún húmedo. "Sí" afirmó Dominic. "¿Dónde has estado toda la tarde?" me preguntó Matt mientras se sentaba al lado del batería. ¿Qué le importaba a él donde había estado? "Con una amiga" le contesté fríamente. Y me dirigí a mi habitación cabreada. "Uf, no me dijiste que era tan borde" oí decir bajito a Dominic. Entonces di un portazo.


Encendí una vela y me tumbé en la cama. Por alguna razón me entraron ganas de llorar. Me abracé a la almohada lo más fuerte que pude.
Odiaba esta estúpida, innecesaria e incompresible emoción que me hacía parecer una gilipollas Le odiaba a él porque era el culpable; y me odiaba a mi por dejar que esto pasase, ¿pero acaso podía controlarlo? Cada vez lo veía más difícil. Lágrimas con sabor a impotencia resbalaron por mis pálidas mejillas.
Llamaron a la puerta. Mierda. Me sequé la cara tan rápido cómo pude. "Pasa" dije con voz ronca. Era Matt. Este se quedó mirando extrañado el ambiente lúgubre de mi habitación en aquellos momentos. "Venía a disculparme por lo que dijo Dom antes" dijo sentándose a mi lado en la cama. "No es culpa tuya, no tienes que disculparte. Además he de reconocer que sí que fui un poco áspera" admití. Se me quedó mirando unos segundos para después decir "¿Has... estado llorando?". "No" le mentí. "Esos ojos rojos solo pueden ser de dos cosas: o te has fumado un porro o has estado llorando; y yo aquí no huelo a maría" a pesar de que lo dijo en tono serio no pude evitar soltar una risita. Era la primera vez que me hacía reír; y puedo decir que era la mejor sensación del mundo. "¿Vas a decirme por qué?" preguntó amable. Por ti, imbécil de mierda. Porque te odio pero tengo ganas de besarte al mismo tiempo. ¿De verdad había acababa de pensar eso? ¿Tenía ganas de besarle? Me quedé mirando sus labios sutilmente: eran tan perfectos. Creo que se dio cuenta. "¿Emily?" vale, quizás no los miré de una manera tan sutil. Dije lo primero que se me pasó por la cabeza: "Es que echo de menos a mis padres". No había quien se creyera eso, sin embargo él lo hizo. "Oh... Es normal que los eches de menos, el primer año fuera de casa es duro, pero tienes que ser fuerte y pensar que pronto los vas a volver a ver, y distraerte para no caer en eso" me animó sonriente. "Sí, gracias" le dije devolviéndole la sonrisa."Ven aquí" y abrió los brazos. ¿Qué? ¿Quería abrazarme? Yo hice lo correcto: me acerqué a él y me pegué a su cuerpo. Él me rodeo con sus brazos y yo me hundí en su pecho. Inspiré hondo. Olía tan bien... Podía oír los latidos de su corazón relajaos. Me quedaría así para siempre. Matt me apretó más a él. Retiro lo dicho anteriormente sobre lo de que me hizo reír; esta, sin duda, era la mejor sensación del mundo.